FÉLIX R. CHACÓN | EL
UNIVERSAL
lunes 4 de marzo de 2013 12:00 AM
Se dice que antes de que un Tsunami, la ola
gigante que se forma por los efectos de lo que las personas de mi época
conocimos como maremoto, llegue a las costas, se observa en el mar un efecto de
retiro o de calma que ya hoy día es ampliamente conocido como el principal
síntoma del fenómeno natural que hace ya horas se ha generado en algún otro
lugar inclusive a miles de kilómetros de distancia.
Los fenómenos sociales, parecieran tener esa misma característica, que lo que luce calmado no lo está, y que el fenómeno que causará el desastre se ha generado hace ya rato en otro lugar o tiempo. Pero en el caso de lo social, aunque pudiera inclusive generarse por un fenómeno natural, a menudo es obra del hombre. Algunas veces por razones internas y otras externas. A veces de forma espontánea y otras instigadas por factores que sacarán partido del caos que trae consigo el tsunami.
Las fuerzas las cuales desatan los fenómenos sociales a menudo han sido sembradas con mucha antelación. Y tal como con los fenómenos naturales, muchas veces han podido ser evitados si se tomaban a tiempo las medidas, pequeñas, medianas o grandes que había que tomar para prevenir la catástrofe. O simplemente si no se hubiera actuado desde la intransigencia, la soberbia.
Los venezolanos, sabemos de esto por vía natural y por la social también. Tenemos ejemplos recientes. Hemos tenido "tsunamis" que nos han atacado con fuerza en lo natural y en lo social, olas gigantescas las cuales causaron gran dolor y derrumbe de aquello que con tanto esfuerzo habíamos levantado.
Por ejemplo, haber construido todo lo que quedó devastado en Vargas costó y tardó mucho para hacerse. Y nunca conoceremos en profundidad el gran daño que la doble tragedia causó a sus pobladores. La natural, y luego la que se desprendió de la desidia, ineptitud, incapacidad del peor gobierno que ha tenido el país, y que mantiene a los varguenses en un permanente desastre social.
Construir la democracia venezolana, como debe saber hasta el menos informado de los venezolanos, costó muchas vidas humanas, mucho sufrimiento, sabiduría, compasión, compromiso no solo con los más pobres ni para un grupo en especial sino para todos los venezolanos. Pero ahora tal como hace 14 años en Vargas, Venezuela está siendo arrasada por un lodazal que la está destruyendo.
Tensa calma, tal cual antes del desastre. Ese es el estado en el cual nos encontramos. Todo pareciera ser, pero no es, y seremos sorprendidos por la ola del tsunami social que nos pudiera hundir de por vida en el horror de lo que significa una guerra civil, una dictadura militar cruel, un país divido en facciones que se pelearán lo poco que haya quedado de él, produciendo dolores inimaginables a lo que en el mundo una vez conoció como un pueblo noble y pacífico.
Ya las aguas parecieran retiradas.
Los fenómenos sociales, parecieran tener esa misma característica, que lo que luce calmado no lo está, y que el fenómeno que causará el desastre se ha generado hace ya rato en otro lugar o tiempo. Pero en el caso de lo social, aunque pudiera inclusive generarse por un fenómeno natural, a menudo es obra del hombre. Algunas veces por razones internas y otras externas. A veces de forma espontánea y otras instigadas por factores que sacarán partido del caos que trae consigo el tsunami.
Las fuerzas las cuales desatan los fenómenos sociales a menudo han sido sembradas con mucha antelación. Y tal como con los fenómenos naturales, muchas veces han podido ser evitados si se tomaban a tiempo las medidas, pequeñas, medianas o grandes que había que tomar para prevenir la catástrofe. O simplemente si no se hubiera actuado desde la intransigencia, la soberbia.
Los venezolanos, sabemos de esto por vía natural y por la social también. Tenemos ejemplos recientes. Hemos tenido "tsunamis" que nos han atacado con fuerza en lo natural y en lo social, olas gigantescas las cuales causaron gran dolor y derrumbe de aquello que con tanto esfuerzo habíamos levantado.
Por ejemplo, haber construido todo lo que quedó devastado en Vargas costó y tardó mucho para hacerse. Y nunca conoceremos en profundidad el gran daño que la doble tragedia causó a sus pobladores. La natural, y luego la que se desprendió de la desidia, ineptitud, incapacidad del peor gobierno que ha tenido el país, y que mantiene a los varguenses en un permanente desastre social.
Construir la democracia venezolana, como debe saber hasta el menos informado de los venezolanos, costó muchas vidas humanas, mucho sufrimiento, sabiduría, compasión, compromiso no solo con los más pobres ni para un grupo en especial sino para todos los venezolanos. Pero ahora tal como hace 14 años en Vargas, Venezuela está siendo arrasada por un lodazal que la está destruyendo.
Tensa calma, tal cual antes del desastre. Ese es el estado en el cual nos encontramos. Todo pareciera ser, pero no es, y seremos sorprendidos por la ola del tsunami social que nos pudiera hundir de por vida en el horror de lo que significa una guerra civil, una dictadura militar cruel, un país divido en facciones que se pelearán lo poco que haya quedado de él, produciendo dolores inimaginables a lo que en el mundo una vez conoció como un pueblo noble y pacífico.
Ya las aguas parecieran retiradas.
EL BLOG OPINA
Acertado análisis
que pareciera que el alto gobierno no quiere entender. Ya el tiempo les traerá
la certeza y se cumplirá la moraleja…
No hay comentarios:
Publicar un comentario